diumenge, 25 de maig del 2008

Historia de A Balbarda 57


EPILOGO















Un viejo muro de piedra.



Cuando fue levantado hace más de 70 años, estaba destinado a ser la pared medianera de la casa nueva que ocuparía el tío Jesús. Esos eran los planes que tenían sus padres. Pero llegó la guerra, y los meses de zulo, los cambios de escondite, el paso por Portugal y luego la emigración forzosa a Buenos Aires.

Con el paso del tiempo y al cambiar las circunstancias hubo que comenzar de cero. El viejo muro se convirtió en apoyo para distintas dependencias. En la misma época en que la sobrina nieta de Jesús se licenciaba en Filosofía, y su hermano Anxo se convertía en ese chavalote rebosante de rizos y de horas de fútbol en el Chapela Juvenil, sobre el muro se adosaba un cobertizo con dos dependencias, que José y Victoria usaban para la cría de palomas y conejos, para guardar las gallinas y algunos aperos que solían usarse en el cuidado de unos cuantos metros cuadrados de viña situados al lado.

Mayo de 2002.

José ya no está. Ya nadie va a poder encargarse de la viña. Ya nadie va a poder ocupar aquel espacio que el llenaba. Una vez más las circunstancias obligan a cambiar y comenzar de cero… Las horas de nostalgia y ausencia sin remedio se transmutan en terapia de trabajo. Se arrancan todas las cepas menos una, se limpian todos los escombros, se cava la tierra y florecen bancales de huerto y jardín. El gallinero se levanta en otro lugar más salubre y se tira el cobertizo. El viejo muro vuelve a asomar a la luz.
Ahora pasan a hacerle compañía un emparrado de buganvilla y una mesa de jardín construida con recortes reciclados de otras obras caseras.
Durante un tiempo los sábados de primavera el rincón se animaba con las comidas familiares. Victoria viuda acompañada de sus hijos y sus nietos, siempre diligente trayendo todo de la casa a la mesa bien guardado en una tina cubierta con un paño, que los vecinos no tienen por que enterarse del menú ni de la vajilla.

Marzo de 2005.

Uxía se convierte en madre, y Victoria en abuela por tercera vez. Después de más de 50 formando parte del paisaje cotidiano de A Balbarda, Victoria se va a Santiago, a estar con su hija y su nieto Henok. A echar una mano, porque no entiende su vida si no es dedicando su tiempo a alguien.
Desde entonces A Balbarda 57 se convierte en segunda vivienda, lugar eventual para uno o dos fines de semana al mes. Y Anxo deja de ser aquel chavalote que dormía en la habitación del fondo, para convertirse en este otro señor de cara feliz, portero y jardinero, encargado fiel del cuidado de las gallinas y de la ventilación y mantenimiento de la casa.
En sus idas y venidas para de vez en cuando en la casa y el huerto de Gelita, cada vez más sola, sin José, sin Victoria cada día. Ahora también sin su hermano.

Mayo de 2008.

Cielo gris, incierto como el futuro sobre el viejo muro de piedra.
A Balbarda, ese intrincado callejón de barrio salpicado de huertos minifundistas que algunos habeis conocido, forma parte de ese polígono APR-15 del Plan Xeral de Ordenación Urbana. Para los tecnócratas, suelo urbano no consolidado que algún día habrá que arrasar, sanear y dar a comer a las inmobiliarias.
Quizás tiren la casa para hacer un edificio de siete alturas, y en el día de la demolición se vuelva a ver el perímetro del zulo detrás de la pared falsa de la bodeguilla.
Quizás tiren igualmente la medianera de la casa que no fue, del patio que ahora es.

Vendrán operarios extraños que sólo verán huertos iguales a otros huertos, casas viejas iguales a otras casas viejas. Demolerán desde la indiferencia, desde la rutina.

Un viejo muro de piedra en una foto, pero que para nosotros es ya más que un muro. Es la metáfora de tantas cosas…. La casa que se iba a levantar pero se quedó sólo en un muro, aquella universidad republicana llena de investigadores que luego se quedó vacía, aquella “Transición” de los que todos esperaban otra cosa y al final hasta aquí ha llegado, aquellos lazos que parecía eternos y al final hubo alguna fuerza que pudo más para desatarlos… Pero eso es sólo una cara de la moneda.
Porque bien mirado, es cierto que no está la casa, pero ahí está el muro. No están ya aquellos seres amados, pero su amor pervive. El Plan Xeral podrá arrasar este lugar, pero nunca cuanto hemos vivido en él.

Como decían esos versos que todos hemos recitado y cantado alguna vez:
“ Todo pasa y todo queda…”

Como el viejo muro de piedra.


FIN

3 comentaris:

Anònim ha dit...

como tu dices Alicia algo queda y yo diria que no tanto como quisieramos.Voy a intentar mandar un video, pero como soy tan ceporra que dicen aqui, no se si lo conseguire.
Magda voy a intentar mandartelo por cooreo

Magda ha dit...

Meiga: Paréceme precioso. Sigo coa idea de querer facer un libro, paseime un intre pensando e non son capaz de atopar o xeito. Estou moi limitada. De momento temos un enlace no lateral para atopar fácil todos os capítulos.

Ceporra y media me siento, que diria Susa.

SISPALU SI ALGU SAP COM FER UN LLIBRE VIRTUAL QUE M'AJUDI

meiga ha dit...

Agradezco vuestros comentarios.
Yo no me considero tan buena escritora.
Simplemente que un d�a , Magda, nos invitaste a contar historias de casas, y me ha salido esta del coraz�n, sin trabajarla t�cnicamente. Como cuando escribo cartas a los amigos.
De hecho esto es lo que ha sido, hablar a amigos que escuchan, tambi�n con el coraz�n.