divendres, 14 de març del 2008

Historia de A Balbarda 57, quinta entrega : JOSÉ

Hay comarcas de Galicia, más al norte y al interior, en que la tradición se parece a la del “hereu” de Catalunya: El hijo varón de más edad (conocido como “o mellorado”) hereda la casa y la mayor parte de las tierras, quedándole al resto de hermanos y hermanas lo mínimo que marca la ley.


Sin embargo en el sur, como es el caso de la ría de Arosa, Pontevedra o Vigo, la casa siempre la hereda la hija menor. Es como si estuviese asumido en el subconsciente colectivo que las hijas van a cuidar mejor de los padres ancianos que lo que podrían hacerlo las nueras.

Algo parecido sucedió con la casa de A Balbarda 57: Entre los años 40 y 50 los hijos varones de la familia Millos fueron emigrando a Argentina y Uruguay, aunque no todos por motivos claramente políticos, como Jesús. Mientras, las que quedaron más vinculadas a la casa y a sus padres fueron las hermanas: Rosa y Dolores.


Cuando Dolores se casó, en principio se fue a vivir con su marido a un piso en la calle principal del barrio. Su hermana Rosa, su marido José, y sus hijos pequeños ocupaban una pequeña vivienda adosada a la casa paterna.


Rosa y José tuvieron 3 hijos. José Constante fue el nombre con el que bautizaron al primogénito en 1924. Unos 5 años después nació María Soledad, y poco después el hermano más pequeño, que murió antes de cumplir los tres años.

José Rivas Millos tenía menos de 13 años cuando estalló la guerra en 1936. Fueron años duros para todos, pero para él fue el momento de estrenar pantalones largos, de empezar a ir a los bailes y ser el amo. En parte porque los jóvenes que podrían robarle las chicas estaban todos en filas, y también porque algo de rompecorazones había heredado del tío Jesús.

Como su familia podía permitírselo, le pagaban estudios, primero en una academia y luego con un profesor particular. Relatar las muchas maneras en que José hacía novillos de su vida de estudiante llevaría varias entregas aparte. Sólo diremos que finalmente abandonó, y a los 18 hizo el servicio militar por la Marina.


A José en esa época también le tocó jugarse la piel por el tío Jesús. Era el momento en que ya se había trasladado del zulo y había que hacerle llegar los víveres al escondite del monte, compartiendo tarea con Gelita. Un gran riesgo, porque si era sorprendido como recluta ayudando a un fugado republicano, el consejo de guerra era seguro. Pero la familia era la familia.

El pasar por los mismos peligros, y el tiempo compartido en casa de los abuelos hicieron que Gelita y José se tuviesen auténtico aprecio de hermanos.

Los años iban pasando. José acabó el servicio militar. El tío Jesús se marchó a Argentina, y también durante un tiempo los padres y la hermana de José.

Un día José decidió probar fortuna en las Américas como el resto de la familia.

Llegó a pasar unos 5 años en Buenos Aires, hasta se echó novia y todo. Pero él mismo se daba cuenta de que vivía demasiado bien. Se había convertido en un experto bailarín de tangos, era feliz pero sin un peso ahorrado en el bolsillo: “Para no amasar más capital mejor me vuelvo a Vigo”, pensó. Y así lo hizo.

De vuelta a allí, pasó a ejercer de hijo único, predilecto y mimado, con la tía Dolores y su marido.

En esa época comenzó a trabajar de tornero fresador en una fábrica de envases, con gran habilidad e incluso haciendo diseños propios para mejorar las máquinas. Su tío Segundo (el único hermano de su madre que se quedó en Vigo) siempre lamentó que ese sobrino no hubiese acabado los estudios, pues seguro que hubiese llegado a perito o ingeniero.

Pero José nunca lamentó nada, siempre fue un espíritu libre, cosa que también le debió quedar del tío Jesús, junto con ese amor por la vida bohemia y un cierto poso, más sentimental que político, de republicano de izquierdas.

Pero la mezcla de genes ( o de hábitos adquiridos) que uno hereda de la generación anterior es muy variada. Así que aunque era cierto su amor por la vida la vida bohemia, llegó un momento en que cayó en la cuenta de que pronto cumpliría los 33. En ese punto, cierta parte del espíritu práctico heredado del abuelo Eugenio le hizo pensar que ya era hora de sentar la cabeza.
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Notas sobre las fotos:
Los que aparecen en la del matrimonio son José Rivas y Rosa Millos, hermana de Jesús y madre de José.
La de los dos niños con disfraz es un retrato de estudio de José con su hermana Maruja (o María Soledad en su pasaporte), a principios de los 30
La otra es un retrato de José en su época de recluta de la Marina, a principios de los 40
Y la última es una auténtica juerga porteña en la época de Buenos Aires, en los años 50. El señor de bigote de la izquierda de todo es el tío Jesús. José es el que está en el medio gesticulando o cantando mientras pone sus manos sobre los hombros del que bebe de la botella.

1 comentari:

Magda ha dit...

Des de Les Borges. Esperant el Peru, la Miren i el Pep. Ja arriben, ja són quasi aquí, no crec que tardin ni mitja hora.

Rellegeixo el text. Em faig un lio amb tanta familiada.

A veure. El José és el pare de l'Anxo? Sigui com sigui, que és familia molt directa és innegable. Al veure la foto del José de 18 anys, vaig dir, òstia, si és el Victor. De veres, és igual que el Victor. Llavors he agafat una foto del Victor, a l'Argentina, i l'he comparada amb la del José mariner i ja no eren tan iguals. Però així, de sobte, sí que he trobat que era igual que el Victor.

En fi, no sé si la Meiga em llegeix, des de les italies profundes, espero que algun dia pugui acostar-se a fer-ho i ens faci un relat del viatge.