dilluns, 18 de febrer del 2008

“Historia de A Balbarda 57”. 3ª entrega: GELITA

A l'any quaranta,
quan el Raimon va nàixer,
encara no havien mort tots.

A l'any quaranta,
quan el Raimon va nàixer,
jo crec que tots, tots havíem perdut.

L'any 36 els rebels feixistes van aconseguir acabar amb moltes coses, entre d'altres, amb moltes vides. En aquella guerra alguns van morir, altres van perdre les persones més properes.

No tots havien mort l'any quaranta, quan va nàixer el Raimon. Alguns van salvar la pell, però per fer-ho van haver de passar per situacions terribles, exilis, camps de concentració, presons ... i zulos. Com ha de ser la vida dins d'un zulo? amagat en un espai de pocs metres quadrats, fent les necessitats en un orinal, i sense saber en quin moment poden arribar per afusellar-te. Amb això no vull justificar res ni ningú, ni molt menys el fet que sigui sempre el més dèbil el qui acabi rebent. Pobra Gelita, jove, criada, dona ... sort que no era, a més, negre i lesbiana.

Bé aquesta és la Gelita anys desprès, pocs, dels fets que la Meiga ens relata a:





Historia de A Balbarda 57 (Tercera entrega)

Ángela Montenegro, Gelita para los amigos y allegados, nació en 1919. Recuerda pocas cosas de su infancia: la corta vida de uno de sus hermanos pequeños; un abuelo que la tomaba en brazos y la subía a un tren, o aun tranvía y le decía “A ver neniña, berra forte ¡Viva la República!”; el no haber podido ir a la escuela por ser la mayor y tener que ayudar en casa.
Y es normal que recuerde pocas cosas porque su infancia se acabó muy pronto: a los 11 años. Fue entonces cuando entró a trabajar como criada y jornalera en la casa de A Balbarda 57, para servir a Eugenio Millos y su esposa Gelita (señora Gelita o tía Gelita, como la llama aún ahora después de tantos años). No es que se tratase de una casa señorial, pero la familia tenía unos cuantos campos en el barrio y se dedicaban a la cría de cerdos. Así que la situación era acomodada, y daba para mantener a seis hijos y tener a cargo varios criados.

Una de las primeras ocupaciones de Gelita fue espantar los pájaros en los campos para proteger los sembrados. A medida que fue creciendo ya le tocó de hacer otro tipo de labores femeninas, como cavar y cosechar, ir al río a lavar las tripas para hacer chorizos y otra larga lista de tareas.

Al comenzar la Guerra Civil, Gelita tenía 17 años, “eu era aínda unha raparigha”, suele decir ella. A partir de ese momento tuvo que hacerse cargo de otra serie de cometidos, que acabó haciendo siempre por lealtad a sus amos, pero que hubiese preferido rehusar.

Uno de esos cometidos era retirar los orinales y dar la comida a los refugiados del zulo: el tío Jesús, y Manuel, otro vecino y camarada republicano. La tarea se hacía por un pequeño agujero abierto desde el interior de “la bodeguilla”.
Un día, temprano por la mañana, llegaron de ronda los de la Guardia Civil. Quizás hubo algo de chivatazo, o lo sospechaban sin más. No descubrieron nada porque estaba todo camuflado, y porque Gelita se mantuvo invisible y al margen. Eso sí, al borde del desmayo, porque en el momento de llegar la ronda, ella aún llevaba envueltos en el mandil todos los enseres del zulo para lavar. No faltó nada para que todo se descubriese. Y podía haber tenido consecuencias terribles. Porque si el escondido era un hijo, las autoridades solían hacer la vista gorda aunque hubiese detenciones. Pero si se escondía a un extraño, como en este caso, se consideraba alta traición, y era práctica habitual quemar la casa, incluso hubo casos en que se hizo con los dueños dentro.


Ante la gravedad de la situación los padres de Jesús mandaron a Gelita a ponerse en contacto con la familia del otro refugiado para que le buscasen otro lugar. La respuesta de la esposa de Manuel fue que ella no quería arriesgar la vida de sus padres mandando allí a su marido.

Así que Gelita, en su nueva visita al tragaluz del zulo dio el recado que había recibido.

La situación se volvió dramática. El tío Jesús enloqueció de ira y empezó a discutir y a pelear casi a muerte con Manuel, en lo que permitían aquellos escasísimos metros cuadrados. Gelita lo escuchaba todo desde la bodeguilla. “¡Así que no quieres poner en peligro a tus suegro y tengo yo que arriesgar la vida de mis padres!.”. Gelita temió que aquello acabase mal y sin remedio. Porque para salir del zulo solo podían hacerlo desde dentro ayudándose del sistema de atrancado. Era imposible asistir y sacar a un herido desde afuera. Aquello podía ser la muerte para los dos.

La única solución que se le ocurrió a Gelita fue decirles que se calmaran, que nadie había dicho nada en la familia de Manuel, que simplemente fue una broma que se le ocurrió a ella pero que no pensó que se iban a poner así.

Efectivamente la pelea cesó, pero en la primera ocasión que tuvo Jesús de tener a mano a Gelita, no dudó en abofetearla con saña y arrojarle a la cara la tapa del mechero de alcohol que usaban para el aseo personal.

(Continuará...)

4 comentaris:

Josep ha dit...

Qué historia tan tierna, dura y emocionante! Sigue, meiga sigue!!!!!!

meiga ha dit...

Es sin duda una historia que merece ser contada. Por eso cuando Magda nos invitó a hablar de historias de casas no dudé en que debía de comenzar por aquí.
La dificultad está en que las fuentes de mi historia son los recuerdos entremezclados sin orden que una mujer de 88 años me brinda entre mis idas y venidas y sus incisos de marujeo del más puro estilo de barrio. Reconstruyo como puedo, quizás el resultado no sea perfecto pero el espíritu veo que se mantiene y se contagia, que es de lo que se trata.

Por cierto, preciosas tambien las fotos de hoy en Begirada

Bicos

Anònim ha dit...

Vaaayaa!!! Qué alucine!!! Esto no sólo se hace más grande cada día sino también más elaborado.
Hola peña!!!.
Ahora sí que hacía días que no entraba. Como ha crecido la criatura ¿no?!!! .
Cuánto sabemos ya de A Ballarda 57, ya me siento sumergida en la historia de esa hermosa mujer.
Yo hoy quería celebrar con vosotros el cumpleaños de Susa y de paso San Eladio que también es hoy, aunque no seamos de celebrar santos, pero ya que la tercera entrega de La Zanahoria no está ni en camino, de esta forma os hago conocer el nombre del personaje con el acababa la segunda entrega: ELADIO. Algo es algo ¿no?.
Ánimo a todos!!! Sigamos haciendo crecer a esta criatura.
Y..."chinchin"

meiga ha dit...

Pues que a la salud de San Eladio y su tocayo. Chin chin Pepa